La atracción por apostar ha sido registrada desde las sociedades más antiguas. Apostar nos pone frente a frente con el destino sin barreras intermedias. Muchos asumen esa batalla por la convicción de tener una aliada poderosa a su lado: La Diosa Fortuna. Creen que ella se impondrá ante el destino para traer la victoria a su campo.
Adam Smith, conocedor profundo de la naturaleza humana, sostuvo que el significado de la palabra motivación es: “La soberbia arrogancia que la gran parte de los hombres tiene en sus propias habilidades, con la absurda presunción de su buena fortuna”.
El comediante Bo Burhman sugiere evitar los consejos de la gente muy afortunada: “Cuando Taylor Swift dice: sigue tus sueños. Equivale al ganador de la lotería diciendo: venda su casa y compre el baloto, Funciona se lo aseguro”.
La Diosa Fortuna, en el campo más de unos que de otros, está fuera de nuestro dominio. Sin embargo, después de los 25 años las cartas han sido barajadas para todos, posiblemente de manera injusta. Pero es preciso: “parar de llorar” tenemos una partida que jugar.
En Finanzas Simples, entendemos que la partida tiene mejor posibilidad de victoria acompañada de estos principios:
Largo Plazo: El pensamiento de largo plazo fortalece su mente. La orienta al método más que al resultado. Postergar la gratificación es característica de los mas prósperos.
Racionalidad: Las decisiones económicas tomadas con el lado izquierdo del cerebro suelen traer mejores resultados para el individuo. El baloto es una decisión del lado derecho del cerebro: con el deseo de hacernos ricos de la noche a la mañana.
Realismo: La prosperidad vendrá: trabajando duro, gastando menos de lo ganado, invirtiendo racionalmente la diferencia. La posibilidad de recibir una herencia de la Tía Abuela, casarnos con la hija de Julio Mario Santo Domingo, o ganar la lotería es casi nula. Realismo es salir a luchar con las cartas que nos entregó la vida.