Recibir la comunicación con la orden de notificación personal, despertó en mí pensamientos vigorosos: el esfuerzo, la inversión, la ilusión, las ganas, los sueños, las palabras, dos años de trabajo genuino: comprometido, determinado, con convicción de contribuir a la prosperidad de la nación donde nacimos tres de los cuatro fundadores y a la que el cuarto acogió como suya propia.
Me cambié de ropa, los tenis con camiseta eran impropios para situación de envergadura semejante. El día era trascendental: nacería la empresa de aquellos que se levantan incansables cada semana a buscar una mejor vida, pero que al final del mes poco dinero les sobra. La campeona de los intereses de la clase media, la que pretende capturar los beneficios del capitalismo, no sólo en el consumo de los productos que produce, también en las utilidades que generan las empresas.
Pasamos Monserrate de lado por la circunvalar, esa semana había llovido a la bogotana - gotas densas, potentes, capaces de alcanzar las medias y calzoncillos en 15 segundos -, lo que ilumina de un verde intenso la ciudad. Doblamos por la calle séptima a la derecha, mi corazón palpitó más fuerte en la carrera quinta. Le pedí a Santino esperar, el trámite tomaría a lo sumo 10 minutos.
Subí las escaleras, saludé al primer portero - que afortunadamente , esta vez, no me confundió con un escolta - avancé hacia la segunda entrada, después de la cual me anuncié. La recepcionista dijo: “Sí doctor al fondo a la izquierda encuentra la Secretaría General.” Caminé parsimoniosamente hasta la ventanilla. En la ventanilla una niña ingenua desconocía la trascendencia de la decisión que ella personalmente notificaba.
Me entregó el documento. Pasé inmediatamente a la última hoja. “ El Superintendente Financiero de Colombia NO autoriza la constitución de la SAI Finanzas Simples. ”
Como suspendido en el tiempo volví a la realidad de Colombia. Aquella donde los ciudadanos comunes debemos luchar intensamente, en la que el Estado protege grandes intereses por encima de los de sus propios ciudadanos. Días después, con el reposo que trae el tiempo, y habiendo discutido el asunto ampliamente, sabemos que nos corresponde respetar la decisión de las autoridades, podemos disentir pero nunca transgredir la ley.
Finanzas Simples está más vigente que nunca: la construcción de patrimonio para los ciudadanos colombianos es una empresa por encima de nuestros intereses personales. Somos 34.000 ciudadanos comunes que siguen adelante en su empeño de contribuir a la construcción de una Colombia mejor que la recibida de nuestros padres y abuelos.